Canarias es una de las nueve regiones ultraperiféricas (RUP) de la Unión Europea. Estas regiones enriquecen a la Unión Europea desde el punto de vista económico, cultural y geográfico, ya que albergan el 80% de su biodiversidad. Sin embargo, debido a su lejanía y a otras características únicas, plantean retos para su desarrollo. Por ello, cada RUP ha trazado sus propias líneas de actuación y prioridades, con el fin de poder aportar soluciones a los principales retos a los que se enfrentan y poder aprovechar sus características específicas convirtiéndolas en ventajas y no en desventajas. La vulnerabilidad de la RUP se define como la sensibilidad a sufrir por la exposición a las condiciones económicas del resto del mundo, desde la vulnerabilidad comercial hasta las catástrofes naturales, así como otros factores asociados a la pequeña superficie y la insularidad. Las regiones con baja vulnerabilidad son más capaces de afrontar los retos actuales (por ejemplo, los relacionados con la crisis económica) y los futuros (por ejemplo, los relacionados con la conservación del medio ambiente y el cambio climático). Además, Canarias cuenta con una gran riqueza de recursos hídricos subterráneos, que han sido la principal fuente de agua potable del archipiélago. Estos recursos hídricos subterráneos dependen de una extracción controlada y de una recarga que puede ser natural o artificial. En un contexto de cambio climático, cabe esperar que esta recarga se modifique, lo que afectaría a la calidad y cantidad del agua subterránea en las Islas Canarias. Es por ello por lo que, en el marco del proyecto Arsinoe, se está realizando un especial énfasis en los acuíferos de las islas, contemplando numerosos retos, como por ejemplo, el aumento del nivel del mar.